Les preguntó, entonces,
qué sabían hacer. Y todas respondieron en coro: bordar. Lo habían aprendido en
la escuela de las monjitas. El siguiente paso fue hallar la manera de convertir
el bordado en una verdadera empresa. Y lo hicieron, fundando el Taller
Artesanal de Fonquetá.
Al principio no tenían
planes ni programas establecidos. De hecho ni siquiera tenían lana.
Trabajábamos con retales que nos regalaban en las fábricas -recuerda Rosa
Cifuentes, una de las mujeres que asistió a aquella primera reunión y que hoy
es la presidenta del taller
Con una aguja, hebras y un
paño de lana virgen, las cuidadosas manos artesanales bordaron hermosos
paisajes, flores, árboles y otras figuras que hicieron de los productos de
Fonquetá las más bellas muestras del arte popular.
Una aventura que cumple cinco
décadas y que se ha convertido no sólo en una próspera empresa sino que es el
símbolo de la región. ¿O en qué otra cosa se piensa al nombrar a Fonquetá que
no sea en sus bordados de lana virgen y colores encendidos? La dedicación de
las artesanas y el éxito en las ventas hicieron que en tres años el taller
tuviera que cambiar de sede. Con la ayuda de la empresa privada adquirieron un
lote de media fanegada en donde hoy quedan sus instalaciones. Hoy se han
consolidado como el centro artesanal de bordado en lana más reconocido de Colombia.
Son múltiples los reconocimientos que el taller y sus fundadoras han recibido.
Cuentan con una sede que cada día crece y se tecnifica más. Casi 100 mujeres
participan hoy no sólo en trabajos de bordados sino en cerámica, modistería,
telares y hasta computación. Además realizan labores recreativas y culturales
en toda la vereda.
Nullvalue (1995). Las artesanas de fonquetá hacen camino... Al
bordar. Recuperado de: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-464385
No hay comentarios:
Publicar un comentario