En los recodos de los ríos Bogotá y Riofrío y el cerro de Tíquiza,
estaba el poblado de Chía, llamado por los cronistas "Ciudad de la
Luna", su cacique era por derecho, el sucesor del Zipa.
Allí un suntuoso templo era utilizado como adoratorio de la Luna y probablemente como observatorio astronómico; uno de los principales santuarios muiscas. Aun no se han encontrado crónicas acerca de su construcción, en su lugar hoy se encuentra el Parque Central de la ciudad de Chía. En los cerros del occidente se encontraba "la cuca", escuela para la formación del príncipe heredero al zipazgo de Bacatá
Fotografia: Desparchados en Chía
Aunque había una creencia residual en un dios creador, el
culto muisca destacaba al dios del sol (Sua) y a la diosa de la luna (Chía), enlazados
a los grandes señores. El dios del sol estaba vinculado a los Zaques del norte,
con su Templo de Sogamoso; mientras que la familia
del Zipa controlaba el templo de Chía. Según Castellanos: "los
muiscas concebían al sol y la luna como esposos, y padres de la gente".
Fotografia: Desparchados en Chía
Según algunas versiones, Bochica llevaba
consigo una mujer que como él tenía tres nombres Chía (Chie),
Huitaca (Guitaca), y Yubecayguaya (Xubchasgagaua),
cuya identidad sería la de Bachué, tan bella como ladina, siempre
contrariaba a su esposo, dañando lo que él bendecía e incitaba a placeres,
juegos y borracheras, debido a estas prédicas, Bochica le convirtió en lechuza, para que
anduviera solamente de noche, desde entonces hay Luna.
Fotografia: Desparchados en Chía
El eclipse de sol,
representaría el momento en que la díscola Chía quiso opacar a Sua (en este
caso encarnado en Bochica).
Fotografia: Desparchados en Chía
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