lunes, 25 de mayo de 2015

Castillo Marroquín

Su construcción, con planos traídos de Europa, fue encomendada por Lorenzo Marroquín Osorio –hijo del entonces  presidente José Manuel Marroquín- en 1898 al arquitecto francés Gastón Lelarge, quien contó con la colaboración de los maestros Julián Lombana y Demetrio Chávez; tiene una extensión de 61 hectáreas y guarda todas las características del estilo medieval.
En el 2000 se intentó darle un nuevo impulso al tratar de convertirlo en un centro de espectáculos, pero tras varios eventos el proyecto fue clausurado. La propiedad fue puesta en venta por 70 millones de dólares pero nunca apareció un comprador. Tras cinco años de litigios judiciales contra su último propietario pasó a manos del Estado que encargó su restauración al arquitecto Francisco Restrepo. Fue declarado patrimonio cultural y se rentabiliza alquilándolo como un importante centro de eventos y convenciones de Bogotá.

Siempre ha sido protagonista de la historia nacional. Primero sirvió como residencia presidencial durante la Guerra de los Mil Días y también fue sede de las negociaciones por la separación de Panamá. Cuando la familia Marroquín decidió vender la construcción, los nuevos compradores no pudieron habitarla. Por eso fue abandonada hasta 1952, cuando el médico cirujano y escritor Roberto Restrepo, la compró y restauró  por completo. Al principio alquilándola como cabaret y más tarde como clínica para personas con problemas mentales. Sin embargo, años después fue nuevamente desocupado luego de que dos enfermas siquiátricas se suicidaron. Desde ese momento, sus fantasmas conocidos como la zancona , el perro encadenado , el Jinete sin Cabeza y el espíritu de doña Trinidad Ricaurte y Nariño (misteriosamente desaparecida en 1828) fueron los únicos habitantes. En 1970, un magnate venezolano dedicado al petróleo, llamado Guillermo Villasmil compró la propiedad. Montó una pesebrera y decidió remodelar y decorar la propiedad dotándola de piscina y habitaciones para invitados especiales. Tras la muerte del venezolano, la propiedad finalmente quedó en manos de Zapata Vásquez, considerado por las autoridades como jefe del cartel de Bogotá y quien fue abatido por el Bloque de Búsqueda en Copacabana (Antioquia) en 1993.
Hoy el castillo luce distinto a como era hace un siglo. Además de las caballerizas, también se encuentra una lujosa discoteca y una residencia de dos plantas, herencia de sus últimos propietarios. Sólo algunas armaduras y muebles tipo Luis XV, arrumados en 10 salones, son los únicos objetos que recuerdan su mejor época. Los jardines con estatuas de bronce de tamaño natural son cuidados por cinco albañiles que habitan la emblemática construcción en las afueras de Bogotá.
Castillo Marroquín (2015). Wikipedia, la enciclopedia libre. Recuperado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Castillo_Marroquín
Vizcaíno, J. (2005). Estado se queda con Castillo que fue residencia presidencial, Cabaret y propiedad de Narco. Recuperado de: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1623423





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